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Mostrando entradas de octubre, 2018

GRADO 8°4 (CUENTO PARA EL ANÁLISIS LITERARIO)

SANGRE EN LOS JAZMINES Cuando los guardias rurales llegaron a la granja de mamá Rosa, hacía ya una semana que Pedrillo estaba tirado en la cama, hecho una miseria de dolor y de ira. Las heridas del brazo habían tomado una escandalosa coloración de tomate maduro y el brazo abultaba hasta reventar. La infección y la fiebre devoraban a Pedrillo. Esos malditos hombres de la guardia, si lo encontraban, no lo dejarían con vida. Esto era lo de menos. ¡Si sólo lo mataran! Pero Pedrillo sabía que antes de que con él acabaran como un perro, de un disparo o de un machetazo en la nuca, bien medido, para que los huesos se quebraran y la cabeza quedara bamboleándose y fuera fácil desprenderla y ensartarla luego en un palo para llevarla a la alcaldía del pueblo como trofeo, antes de que eso ocurriera, Pedrillo sabía que ocurrirían otras cosas con él, pues ya estaban ocurriendo con los otros. Sabía que lo torturarían en la cárcel. Y también lo sabía mamá Rosa, su mamá. Esto...

GRADO 8°3 (CUENTO PARA EL ANÁLISIS LITERARIO)

LECCIÓN DE DOMINGO Los tres hombres entraron como una tromba al pequeño salón de clases donde la señorita Marta Amaya, nuestra maestra, leía el texto: "Plantó un hombre una viña, y la cercó con seto, y cavó un lagar y edificó una torre, y la arrendó a labradores y se partió lejos...". La voz cadenciosa y monótona se quebró súbitamente. "¿Qué quieren ustedes?", dijo intensamente pálida. Yo comprendí que ella estaba a punto de llorar. Pero ya uno de nosotros - éramos en total once rapaces - estaba llorando: Pablito Mancera, una criatura de nueve años, de cabellos color de melcocha, de rostro pecoso e invariablemente sucio. Uno de los hombres se quedó vigilando a la puerta. Los otros dos nos miraban un poco desconcertados. Vestían trajes claros, y debajo de los sacos de tela liviana - el clima era, por esos meses, sofocante - brillaban las hebillas de los cinturones y asomaban las cachas de los revólveres. ¿Revolucionarios? ¿Gobiernista...

GRADO 8°2 (CUENTO PARA EL ANÁLISIS LITERARIO)

CENIZAS PARA EL VIENTO El hombre tenía un aire cordialmente siniestro. Hacía por lo menos un cuarto de horaque trataba de explicarse, sin conseguirlo. Estaba sentado sobre un gran tronco de árbol, a la entrada de la casa. No se había quitado el sucio sombrero, un fieltro barato de color carmelita, y mantenía los ojos bajos, al hablar. Juan lo conocía bien. Era el hijo de Simón Arévalo y de la señora Laura. Un chico muy inquieto desde el comienzo. Pero no tanto como para suponer lo que se decía que estaba haciendo en la región, con viejos y buenos amigos de sus padres. Juan no lo creía, pero ahora... "Es mejor que se vayan", repitió el hombre, con la mirada en el suelo, sin levantar la cabeza. Juan no respondió. Se hallaba de pie, a un metro de distancia del visitante. El día se presentaba hosco, con nubes de plomo y una evidente amenaza de lluvias. Hacía bochorno. Juan miraba los campos por encima, más allá del sombrero del visitante: verdes, amari...

GRADO 8°1 (CUENTO PARA EL ANÁLISIS LITERARIO)

ESPUMA Y NADA MÁS No saludó al entrar. Yo estaba repasando sobre una badana la mejor de mis navajas. Y cuando lo reconocí me puse a temblar. Pero él no se dio cuenta. Para disimular continué repasando la hoja. La probé luego contra la yema del dedo gordo y volví a mirarla, contra la luz. En ese instante se quitaba el cinturón ribeteado de balas de donde pendía la funda de la pistola. Lo colgó de uno de los clavos del ropero y encima colocó el kepis. Volvió completamente EL cuerpo para hablarme y deshaciendo el nudo de la corbata, me dijo: "Hace un calor de iodos los demonios, Afeíteme". Y se sentó en la silla. Le calculé cuatro días de barba. Los cuatro días de la última excursión en busca de los nuestros, El rostro aparecía quemado, curtido por el sol. Me puse a preparar  minuciosamente el jabón. Corté unas rebanadas de la pasta, dejándolas caer en el recipiente, mezclé un poco de agua tibia y con la brocha empecé a revolver. Pronto subió la espum...